Una princesa encerrada en su propio castillo

De nuevo he sido testigo indirecto de una injusticia. Una de las que menos me gustan, la desigualdad.


Bueno como quiero que os enteréis cuenta bien de lo que pasa os lo contaré desde el principio. No me quiero enrollar mucho, más que nada porque andaba un poco ocupado, en verdad vagueando pero al fin y al cabo también esto ocupa mi tiempo :P


Ocurrió anoche mientras dormía. Una dama vestida con colores vivos apareció en mis sueños, su cabello rizado parecía haber salido de algún extraño anuncio televisivo sobre espumas capaces de rizar cualquier tipo de cabello.


No tuve tiempo para reaccionar cuando Shalazar, o así era como ella se hacía llamar, comenzó a contarme una historia sentada sobre mi mesa escritorio, donde tantas tardes he pasado estudiando para aprobar mis exámenes.


Su historia trataba sobre un castillo situado en lo más alto de una montaña. Desde allí se podían ver las tranquilas aguas del río Tormes y desde su torre más alta se podía escuchar como la princesa del castillo entonaba una bella melodía.


No recuerdo si la princesa era de enorme belleza, solo sé que tenía un aspecto bastante peculiar. Sus cabellos morenos lisos, a juego con su flequillo recto, descendían a través de sus hombros hasta casi aproximadamente su cintura.

Se mantenía envuelta en un hermoso vestido victoriano de seda verde y en su rostro se vislumbraban las lágrimas que descendían sin pausa. Pero no estaba triste, si no una sonrisa se dibujaba en sus labios mientras observaba aquel anillo el cual le había sido entregado en forma de compromiso.


Pero entonces se detuvo, como si el hombre que acaba de entrar en su habitación tuviera control sobre ella. He de decir que a primera vista aquel príncipe era bastante atractivo, pero antes de que pudiera observarle con detenimiento dejé de ver un príncipe para ver lo que parecía ser un demonio.


Ambos abandonaron la torre para dirigirse al gran salón donde la aristocracia disfrutaba de una divertida velada. Con bufones que bromeaban de un lado hacia otro. Con soldados que luchaban en el interior de unas jaulas. Mujeres vestidas con extraños atuendos que bailaban frente a los aristócratas más solteros y por último una gran mesa repleta de invitados los cuales saciaban su hambre, su sed y su gula con grandes tazones de ramen acompañados de el mejor vino de la temporada.


Y entre estos se encontraban los amigos de la princesa, todos comiendo y esperando que ella se sentara junto a ellos. Pero no lo hizo, mientras su prometido disfrutaba de grandes compañías ella se tenía que limitar a comer sola su cena en un rincón alejado de la chimenea de donde emergía el calor.


Shalazar se mantenía un tanto enojada mientras recordaba aquella situación. Y entonces cuando los invitados se marcharon del castillo pude verla a ella junto a otras de las sirvientas del castillo limpiando el cuarto. Pero no solo estaba el servicio real si no también la princesa que las ayudaba manchando sus propias rodillas, su propio vestido limpiando el suelo.


"Y él... el se encontraba asomado a la gran ventana. Observando como la luna obsoleta le miraba desde aquel hermoso cielo estrellado. Mientras el príncipe orgulloso de su posición en la alta sociedad degustaba su paladar con los últimos retazos del vino."


Y así termina mi verdad teñida en fantasía. Con una historia que nadie puede parar. Y ahora yo os hago una pregunta


¿Porqué la princesa no lucha por su propia vida y deja de vivir la vida de su prometido? ¿Es amor?




Si el corazón tiene que sangrar para sentir el amor. Arrancaré mi corazón para no sentir el dolor


Una vez más estás son las palabras de un rayo de luz intentando adentrarse en una inmensa oscuridad.