martes, 1 de marzo de 2011

Injusticias que combaten la sonrisa

Hoy es martes, de nuevo me ha tocado aguantar a mi tutora "-.-

Hoy tengo una pequeña anécdota que contar, estaba en clase de Administracción, atendiendo en clase y comprendiendo cada palabra que la profesora soltaba por su boca. Me dio por mirar el teclado de mi ordenador y comprobar una pelusa que sobresalía de la tecla alt, del lado izquierdo. Cogí el tapón del boli y lo introduje para hacer palanca y extraer la pelusa de raíz, cuando me quise dar cuenta la tecla volaba por los aires y la profesora reñía a mi compañera de adelante por haberme tirado algo. Esta vez me salvé XD



Y volvemos con las injusticias. De nuevo contaré algo que pondrán los pelos de punta a los más valientes.

Se trataba de una mujer, madre de familia que tras haber terminado su contrato como enfermera en un hospital decidió apuntarse a un cursillo de "ayuda al anciano" para matar sus horas muertas, el tiempo que no pasaba con sus hijos ni con su marido.

Pasó grandes ratos juntos a sus compañeras, compartió grandes momentos con la que sería su amiga y después de terminar el curso la mandaron a las prácticas. Antes de llegar a la residencia le prometieron que sería un lugar fabuloso, un palacio donde trabajar no sería más que divertirte, con un salón de escuchar las batallas de aquellos ancianos que habían sido internados por falta de dedicación por falta de sus familiares.


Pero cuando llegó las mariposas que volaban en su mente trasmitiendo le fabulosas ideas se trasformaron en grandes nubarrones a punto de estalla. Primero comprobó sus únicas tres empleadas, extranjeras. (no tengo nada en contra de ellas) Esto demostraba dos cosas, o que las empleadas habían sido ejemplares en su pais y habían sido trasladadas a ese palacio, o por otro lado, que el prestigio de la residencia decaía por los suelos.

En su primera tarde comprobó que tanto ella como su amiga (al menos tuvieron la suerte de ir juntas) pringaban con el trabajo más horrendo de todos. Limpiar, asear, recoger y aguantar, la mierda de los ancianos.

Pero allí no quedo la cosa, en la segunda tarde vieron como las extranjeras alimentaban a los ancianos con golpes de cuchara, como granjero que mete patatas en el saco. Y que además ni si quiera les dejaban terminar por completo si no que les quitaban la comida para terminar antes el turno.

Verdaderamente la mujer se replanteó las cosas cuando vio a una anciana sola sentada en una mesa, con gafas pero sin vista, había perdido completamente la vista. Simplemente le habían dejado un puré para que lo comiera ella sola. Más que ella se lo comía la servilleta. La mujer se acercó con el arroz con leche hacia la anciana y decidió dárselo de comer (el resto de ancianos habían cenado huevo con magreta barata)

-Yo no tengo huevo-dijo la mujer-¿Ha sido una broma verdad?

-Sí-dijo la mujer comprendiendo que le habían dado la comida en puré para que no la tuvieran que dar de comer-La cocinera bromeó con ello.


No puedo aguantarlo. Y sin tener nada más que hacer, su compañera y ella se fueron para no volver.


Aquí se demuestra la gente que se aprovecha. Ancianos olvidados encerrados en lo que ellos piensan que es un paraíso. Residencias que solo quieren el dinero de los ancianos y cursos que se aprovechan de sus alumnos para cobrar comisiones

¿Tengo que quedarme de brazos cruzados?


Prefiero morir solo a estar encerrado ahí

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