domingo, 13 de marzo de 2011

El dolor es relativo

Ha trascurrido mucho tiempo desde la última entrada que subí. No he tenido más tiempo que el que hoy estoy utilizando para poder estar con vosotros.

Me gustaría dedicar esta entrada a Japón. Que después de que una parte de esta haya sido arrasada por aquel terrible Tsunami, han perecido cinco personas y han desaparecido otras cien viajeras de un barco.

Ahora, mis mas fieles seguidores me gustaría que les dedicáramos un minuto de silencia a aquellas personas que perecieron en el fragor de la situación. Y otro minuto para que las almas de los desaparecidos encuentren su camino de regreso a casa, sanos y salvo.



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Dejando a un lado esta terrible noticia me gustaría contaros otra historia.

Se trataba de un hombre, un hombre que se había criado entre la pobreza, la maleza de los bosques y los golpes de su padre. Con tan solo el alimento de la caza y la pesca. Al fin se enamoró de ella, una mujer que se perdió en el bosque y él la encontró.

Todo pareció salir a pedir de boca pero la magia del amor desapareció cuando la mujer le deleitó con el plato especial de su casa. Dorada a la sal. Había que ser elegante para comerla, había que ser mañoso para poder comer la dorada sin notar el fuerte sabor de la sal. Pero si se hacia se podia saborear un sabor placentero.

¿Qué ocurrió?

El hombre no tuvo las habilidades para comerla como es debido. Y tras el golpe de sabor de tres únicos granos de sal en su dorada provocó que su enfado surgiera. Una actitud ridícula  y un tanto infantil que sometió a su esposa con los golpes de sus puños. Golpes tan parecidos a los que él había recibido cuando era niño.


¿Es justo discutir por esto? ¿Es justo que la mujer haya recibido la reprimenda intentándole hacer feliz?


Si alguna vez dejáis de amar, no sigáis en el barco, Saltar, quizá le duela que le dejeis. Pero más os dolerá a vosotras seguir con él.

No duele el golpe si no el sentimiento con el que se da. No escuecen las heridas si no el corazón retorciéndose en el interior. 

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